Tijuana.— A las ocho de la mañana de este domingo se abrieron las urnas para lo que, en el papel, debía ser una jornada histórica: por primera vez, se elegirían directamente a integrantes del Poder Judicial, tanto a nivel estatal como federal. Sin embargo, el ambiente que imperó en las calles, casillas y plazas públicas estuvo lejos de reflejar un entusiasmo ciudadano. Más bien, fue un día marcado por la apatía, la simulación y las presiones veladas.
En contraste con el discurso oficial que celebraba el carácter “democrático” de esta inédita elección, la escena real fue otra. En puntos estratégicos como el aeropuerto internacional de Tijuana, el Centro Cultural Tijuana (Cecut) y Plaza Sendero, se formaron largas filas de votantes que buscaban emitir su sufragio en las casillas especiales. Sin embargo, fuera de estos sitios de alto flujo, predominó la quietud: muchas casillas lucieron semivacías, incluso después del mediodía, cuando el Instituto Estatal Electoral reportaba que el 100% de los centros de votación ya estaban instalados.
La jornada avanzó sin incidentes mayores, pero con muchos signos de una participación limitada. Aunque las autoridades evitaron adelantar estimaciones, especialistas ya advertían que la participación podría no superar el 15%. Es decir, una elección histórica sin ciudadanos.
Peor aún, hubo señalamientos de coacción. Choferes del transporte público que circulan por el Bulevar Díaz Ordaz denunciaron que Norma Nápoles, líder del gremio, los obligó a acudir a votar bajo amenaza, vulnerando el principio básico de una elección libre. El silencio institucional ante esta denuncia resulta ensordecedor.
Uno de los pocos momentos simbólicos de la jornada ocurrió por la mañana, cuando Isaac de Paz González, académico de la UABC y único candidato bajacaliforniano a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, acudió a emitir su voto. Más que un acto de civismo, su presencia fue casi testimonial ante un proceso sin competencia real, donde los nombres en las boletas apenas eran conocidos por el electorado.
La inconformidad también se hizo presente. Un grupo de ciudadanos se manifestó en la glorieta de Cuauhtémoc, denunciando la elección como una “farsa organizada”, en la que se pretende vestir de legitimidad un proceso cuyos candidatos no surgieron de un debate público, sino de una lista aprobada desde el poder.
Mientras tanto, las figuras políticas aprovecharon el acto para posar ante las cámaras. Votaron la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda, el alcalde Ismael Burgueño, y, desde Chiapas, reapareció Andrés Manuel López Obrador para sufragar. Todos ellos conscientes del mensaje político que representa su participación en una elección que aún no convence a la mayoría.
Los resultados se conocerán en los próximos días, luego del conteo distrital. Por primera vez, no habrá cifras preliminares al cierre de la jornada. Como si la falta de claridad también fuera parte del nuevo modelo judicial mexicano.