Cuando una los ve subir el escalón, el único escalón para acceder a la mesa de honor y recibir la placa que conmemora que 60 años de su vida los dedicaron al periodismo, la pregunta es ¿cómo llegar?
Esta actividad tan llena de baches, topes, subidas, bajadas, orgullo, soberbia, dignidad, justicia y también injusticia, nos llena de vivencias, ¿pero como llegar?
Llegar con el corazón henchido de orgullo porque pese a todo te entusiasma hacer tu trabajo, y seguir adelante, con presidentes, gobernadores, directores, coordinadores, jefes de prensa, dirigentes de partidos políticos, asesinos,narcos,de todo, se atraviesa en la vida del periodista, pero sus ojos siguen observando para escribir y describir el país, la ciudad en la que nos tocó vivir como dice Cristina Pacheco.
Llegar con la emoción de escribir la nota, con el llanto retenido ante la causa ganada, por el ciudadano que pedía justicia, o ante el féretro de la víctima ,a cuya familia hay que entrevistar porque es la historia de ese día.
Temblar de emoción con la entrevista ganada por la perseverancia del caso por la revelación, por el documento obtenido, por las batallas ganadas a la burocracia, a la inercia, la indiferencia ante tantas cosas prioritarias e importantes.
Amar lo qué haces porque es tu convicción, tu energía, tu conciencia, tu esencia, tu legitimidad y legalidad.
Llegar, subir el escalón que nos hace recibir una placa que nos recuerda que es verdad esa máxima de lo importante “no es llegar sino permanecer”.
Pero si es importante llegar, subir jirito o jirita el escalón y con la lucidez del momento exclamar “llegué”.
Porque el hombre de poder,el pobre, el rico, el artista, el deportista el sicario,la víctima tienen historias,sus historias siempre estarán en pausa para ser contadas por un periodista.
Por eso hay que llegar.